Sin embargo fue el alcohol,
embriagante y excitante,
que quemaba el esófago y su conducto.
El mismo fluido que derramaba mientras hablaba,
ritmo corporal mal intencionado
que limitaba sus pasos y sus acciones
en tantas ocasiones.
Ese alcohol tantas veces traicionero
era el culpable de tener en frente sus senderos.
Sentido animal en escape,
latidos al ritmo agitante,
Y ella sonreía
no se daba cuenta de la mirada penetrante
de su amigo de instantes
de esas memorias pasadas
que ahora sus labios le posaba,
sobre el maquillaje que arrancaba de su piel
como odiando el alcohol
que los poros soltaban el olor
a ese licor distorsionador
de amistades de años
transformadas en aventuras de minutos
entre dos seres del mismo gusto.
El mismo trago en el interior
el mismo fogoso ardor
¡se escapó!
esa ardiente intención de ser mas que amigos
y mezclar ese “amor”,
ese amor que nace con la bebida y termina con resaca asumida.
Ese amor que nace en grado 45 y termina por congelarte los nervios.
Ese amor de botella y cultivo
Para beberlo y acabarlo,
casi sin sentido.
1 comentarios:
mmmmmmmmmmmm.....
Creo ke a pesar de todo, ese amor es genial.... como dejando scapar nuestro instinto animal..... ke mas vale dejarlo ser ke reprimirlo.
Me gusta como scribes
Y a veces me siento identificada y mas ke nada me gusta leer lo ke tu sientes o como lo expresas.
un beso gigante... te adoro!
klaudita
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