DESDE LA VENTANA

martes, 10 de abril de 2007

El vidrio se quebrajo con el golpe

era una pelota de cuero desteñido

y los niños huían alborotados,

solo un trozo cortante se expulso cerca del viejo

que en su mecedora miraba un mundo externo,

del cual había olvidado y del cual no entendía

un mundo de niños y pelotas perdidas.


Monstruosa faceta se advertía

desde la calle hacia esa ventana

con la cara de noventero anciano

con arrugada estirpe de macho

alguna vez recio

carcomido por daños y tiempo

y una ventana grasienta le daba el acento del ladrón de balones,

de la bestia que los niños temían de historias,

de pesadillas siniestras que sus padres les repetían.


Ese mitológico ser era Don Eugenio

no descendía de romanos ni griegos

pero tenía una lista de supuestos sucesos,

ni la guerra

ni la peste

ni la hambruna pudo destronar su imperio,

no vio a Jesús

ni Napoleón

pero así lo creía el mundo entero.


Su rival era la artritis que carcomía sus huesos

mas poderoso que un batallón entero

y al cual no podía derrotar,

por ello desquitaba su bronca con la pichanga de los temerosos rostros de cuna

y así olvidaba su encierro y su remedio.


Y la grasa se acumulaba en esa ventana

Y cada día era mas nublado al otro

cada día menos luminoso,

cada minuto mas furioso.

El sol se le arrancaba

Hasta que de un golpe se abrió la luz !!!

Y los vidrios ya no estaban

ni su grasa,

solo la gracia de un rostro que los niños miraban fijos a los ojos

y que se hacía cada vez menos monstruoso,

el del viejo que no volvió a pesar en pesadillas infantiles

desde ese día en que el sol lo mostró ante sus enemigos

como un simple anciano de 90 abriles.

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